Con motivo de la celebración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra este domingo, las vocalías nacionales de Atención Primaria Rural y Urbana de la OMC, bajo la coordinación de los Dres. Hermenegildo Marcos y Vicente Matas, respectivamente, analizan las condiciones en las que se aborda esta problemática en los centros de salud, para lo que se requiere, como exponen, coordinación, continuidad en la asistencia, detección precoz y, sobre todo, tiempo, ya que como advierten la masificación de las consultas impide, en muchas ocasiones, dedicar más de cinco minutos a este problema de primer orden para la sociedad española

“El médico puede ser la única persona fuera de la familia a la que la mujer pida ayuda, estos profesionales tienen una oportunidad única y la responsabilidad de intervenir”, estas palabras de la AMA en su guía para el diagnóstico y tratamiento de la violencia doméstica refleja la importancia que el médico desempeña frente a este problema de primer orden con gran repercusión en la salud física y mental de las víctimas y sus allegados.
 
La violencia de género precisa un abordaje integral y la coordinación de profesionales e instituciones implicadas. El médico de Atención Primaria por su accesibilidad, continuidad en la asistencia y conocimiento del contexto familiar tiene un papel fundamental, casi todas las víctimas visitan a su médico de AP en el año siguiente a la agresión con incremento de la frecuentación en la consulta.


Si a la incidencia desconocida, ya que se estima que las denuncias representan el 5-10% de los casos, añadimos que sólo la tercera parte de las mujeres maltratadas se consideran a sí mismas víctimas, la importancia del médico de AP en la prevención, detección precoz y orientación es capital.
 
El papel del médico de AP comienza con la prevención e identificación de las mujeres con mayor riesgo y vulnerabilidad, estando alerta ante los factores como la violencia en la familia de origen, el bajo nivel cultural y socioeconómico, el aislamiento psicológico y social, la baja autoestima, el desempleo o el consumo de alcohol y drogas, entre otros.
 
La detección precoz, sobre todo en los casos referidos, se debe incorporar a la consulta diaria pudiendo utilizar preguntas facilitadoras como por ejemplo ¿cómo van las cosas en la familia?
 
En el caso de sospecha se debe valorar el riesgo de cualquier tipo de agresión o de suicidio y elaborar un plan de actuación y protección con los recursos disponibles. Se orientará, ofrecerá apoyo psicosocial y facilitará el contacto con grupos y asociaciones que trabajen en este campo e incluso, si se cree necesario, notificación al juzgado. Si hubiera hijos, estos pueden ser testigos o víctimas de la violencia y se debe contactar con el pediatra.
 
Es necesaria la sensibilización y formación de los médicos para reconocer y enfrentarse a la violencia de género. Entre los obstáculos que podemos encontrar está el miedo a no saber cómo preguntar o abordar la situación y ofender a la víctima.
 
Finalmente otro gran problema, para el abordaje de un problema tan complejo,  es la falta de tiempo que tienen muchos –demasiados- médicos de familia en su trabajo diario, casi la mitad de los médicos de familia tienen cupos de más de 1.500 personas, estos cupos suponen sobrecarga de trabajo en consulta diaria, que se agrava con la falta crónica de sustituciones en las ausencias de los compañeros del Centro de Salud y en demasiadas ocasiones a pesar de atender 40, 50 o incluso más consultas diarias un importante porcentaje de médicos de familia tienen demoras importantes.
 
En estas condiciones y con agendas en las que se citan pacientes, cada cinco minutos o poco más, es muy complicado realizar las tareas necesarias para detectar los factores de riesgo, buscar los indicios para relacionar ciertas patologías con violencia de género, interrogar detenidamente, para detectar casos en los que la propia víctima no es consciente de que está sufriendo violencia de género, se necesita mucho más tiempo para  abordar estos casos sin ofender a la propia víctima, desde luego es prácticamente imposible en cinco o incluso diez minutos.
 
En el informe AP25 publicado el año pasado por las vocalías de AP de la OMC se estimaba la necesidad de contratar más de 2.200 médicos de familia en el SNS, con un coste de poco más de 100 millones de euros anuales, para que los cupos no excedan los 1.500 personas, con lo que las consultas no estarían tan masificadas, se podrían asumir más fácilmente las acumulaciones y sobre todo se tendría más tiempo para dedicar a los pacientes y muy especialmente a las víctimas de violencia de género.
 
El médico de familia necesita tiempo para detectar, necesita tiempo para ofrecer las soluciones oportunas, para prevenir esta lacra  a sus pacientes víctimas de violencia de género. En manos de las Administraciones está el facilitar, con un pequeño incremento de plantilla en determinados centros, que se pueda disponer de ese tiempo imprescindible.

FUENTE: medicosypacientes.com


COOKIES

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios mediante el análisis de sus hábitos de navegación.