Las superbacterias podrían causar la muerte a cerca de 10 millones de personas a mediados de este siglo -tantas como los fallecimientos por cáncer en 2020- debido a la resistencia a los medicamentos antimicrobianos.

Esa previsión figura en un informe publicado este martes por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) sobre las dimensiones ambientales de la resistencia a los antimicrobianos, que causan graves estragos en la salud de los seres humanos, los animales y las plantas, así como en la economía. Ese documento se presentó en la Sexta Reunión del Grupo de Líderes Mundiales sobre la Resistencia a los Antimicrobianos, celebrada en Barbados.
 
Los antimicrobianos (antibióticos, antivirales, antifúngicos y antiparasitarios) son medicamentos ampliamente utilizados para prevenir y tratar infecciones en los seres humanos, la acuicultura, la ganadería y la producción de cultivos. La resistencia a esos fármacos ocurre cuando microorganismos como bacterias, virus, parásitos u hongos se vuelven resistentes a los tratamientos a los que antes eran susceptibles. El uso creciente e indebido de antimicrobianos y otros factores de estrés microbianos (presencia de metales pesados y otros contaminantes, por ejemplo) crea condiciones favorables para el desarrollo de microorganismos resistentes.

El mensaje clave del informe es que reducir la contaminación creada por los sectores farmacéutico, agrícola y sanitario resulta esencial para reducir la aparición, transmisión y propagación de superbacterias -cepas de bacterias que se han vuelto resistentes a todos los antibióticos conocidos- y otras instancias de resistencia a los antimicrobianos, esto es la capacidad de microorganismos como bacterias, virus y parásitos de evitar que un antibiótico los elimine.
 
El desarrollo y la propagación de la resistencia a los antimicrobianos significa que los medicamentos empleados para prevenir y tratar infecciones en humanos, animales y plantas pueden volverse ineficaces, y la medicina moderna ya no puede tratar ni siquiera las infecciones leves. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la ha incluido entre las 10 principales amenazas sanitarias.
 
Según el Pnuma, cerca de 1,27 millones de muertes en 2019 se atribuyeron directamente a infecciones resistentes a los medicamentos en todo el mundo, y 4,95 millones de fallecimientos se asociaron con la resistencia bacteriana a los antimicrobianos.
 
Además, se espera que la resistencia a los antimicrobianos cause 10 millones de muertes directas adicionales al año para 2050, lo que equivale a la cantidad de fallecimientos causados por el cáncer en todo el mundo en 2020.
 
El informe indica que se espera que el coste económico de la resistencia a los antimicrobianos provoque una caída en el PIB de al menos 3,4 billones de dólares (3,2 billones de euros) anuales para 2030, lo que empujaría a 24 millones de personas más a la pobreza extrema.
 
Para el Pnuma, el planeta está inmerso en una triple crisis por temperaturas más altas y patrones climáticos extremos, cambios en el uso del suelo que alteran su diversidad microbiana y contaminación biológica y química, todo lo cual contribuye al desarrollo y la propagación de la resistencia a los antimicrobianos.
 
“La contaminación del aire, el suelo y las vías fluviales socava el derecho humano a un medio ambiente limpio y saludable. Los mismos impulsores que causan la degradación del medio ambiente están empeorando el problema de la resistencia a los antimicrobianos”, apuntó Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma.
 
Andersen añadió: “Los impactos de la resistencia a los antimicrobianos podrían destruir nuestros sistemas alimentarios y de salud. Reducir la contaminación es un requisito previo para otro siglo de progreso hacia el hambre cero y la buena salud”.
 
El informe destaca un conjunto integral de medidas para afrontar tanto el deterioro del medio ambiente como el aumento de la resistencia a los antimicrobianos, especialmente abordando las principales fuentes de contaminación del saneamiento deficiente, el alcantarillado y los residuos municipales y comunitarios.
 
Para prevenir y reducir tales contaminantes resulta crucial crear marcos de gobernanza, planificación, regulatorios y legales sólidos y coherentes en el ámbito nacional, y establecer mecanismos de coordinación y colaboración.
 
Aumentar los esfuerzos mundiales para mejorar la gestión integrada del agua y promover el agua, el saneamiento y la higiene para limitar el desarrollo y la propagación de la resistencia a los antimicrobianos en el medio ambiente, así como para reducir las infecciones y la necesidad de antimicrobianos es otra recomendación.
 
Además, el Pnuma propone establecer estándares internacionales de buenos indicadores microbiológicos de resistencia a antimicrobianos a partir de muestras ambientales y explorar opciones para redirigir las inversiones, establecer incentivos y esquemas financieros nuevos e innovadores para hacer frente a este problema.

FUENTE: medicosypacientes.com


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