El linfoma es una enfermedad que representa el 4% de todos los nuevos diagnósticos de cáncer que se dan en España cada año, lo que supone más de 6.100 pacientes, y generalmente aparecen en torno a los 60 años de edad. En la actualidad, el linfoma se cura en el 60% de los casos, según datos proporcionados por la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), con motivo del Día Mundial del Linfoma que se celebra mañana.

En el registro Español de Pacientes con Linfoma (Relinf) del Grupo Español de Linfomas y Trasplante Autólogo de Médula Ósea (GELTAMO), de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) el subtipo de linfoma no Hodgkin más frecuente es el linfoma B difuso de célula grande (LBDCG), presente en el 30% de los casos.
 
Según señala Ramón García Sanz, hematólogo del Hospital Universitario de Salamanca y vicepresidente 2º de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH), “los linfomas agresivos se engloban dentro de la categoría de linfomas no Hodgkin y presentan, como su propio nombre indica, un curso clínico agresivo que hace necesario iniciar el tratamiento de forma inmediata tras el diagnóstico".

El envejecimiento de la población incrementa la incidencia del cáncer y se prevé que para 2030 en España habrá un nuevo caso de cáncer cada 1,8 minutos. Sin embargo, con una Estrategia Nacional de Investigación en Cáncer se lograría para ese año incrementar al 70 % la supervivencia, según señala el primer informe sobre investigación e innovación de la enfermedad en España, realizado por la Fundación Científica de la Asociación Española Contra el Cáncer (Aecc) y la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (Aseica)

El impacto personal, social y económico del cáncer es de enorme magnitud. El cáncer es la segunda causa de mortalidad en Europa, la primera entre los menores de 65 años. En España, según los datos del Observatorio del Cáncer de la AECC unas 230.000 personas fueron diagnosticadas con la enfermedad en 2017.
 
La mortalidad en algunos tipos de cáncer sigue siendo muy alta y las tasas globales de supervivencia a cinco años, situada en el 53%, no mejoran con la suficiente celeridad.

El Observatorio de Infancia analizó los trabajos para el proyecto de ley contra la violencia infantil y que el Gobierno prevé que aterrice en el Congreso de los Diputados en el segundo trimestre de 2019, haciendo especial hincapié en el asunto de los menores migrantes no acompañados

María Pilar Díaz, Secretaria de Estado de Servicios Sociales, ha presidido el pleno del Observatorio en el que participan todas las Direcciones Generales de Infancia de las CCAA, los departamentos ministeriales con competencias en políticas de infancia, la FEMP y las ONG más representativas (Unicef, Cáritas, Aldeas SOS, FAPMI, Cruz Roja y la Plataforma de Infancia).
 
Entre los puntos del día, informar del compromiso del Gobierno con los trabajos en marcha para desarrollar la Ley de Protección Integral frente a la Violencia contra la Infancia. Se ha solicitado la colaboración de todos los organismos y entidades que forman parte del Observatorio para que remitan propuestas y observaciones para la redacción de la citada ley.

Una hora a la semana de exposición al humo de tabaco es suficiente para que la salud de los adolescentes se vea afectada, según ha mostrado un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cincinnati (Estados Unidos), publicado en la revista 'Pediatrics'

El trabajo se ha basado en los datos de una encuesta nacional, realizada entre los años 2014 y 2015, en la que se analizaba el consumo de tabaco y los problemas de salud entre los estadounidenses mayores de 12 años. Además, se incluyeron a 7.389 adolescentes no fumadores.

Una vez analizados estos datos, los investigadores observaron que aquellos que habían estado expuestos al humo del tabaco tenían un mayor riesgo de padecer problemas respiratorios como, por ejemplo, dificultad para respirar o tos seca durante la noche. Además, estos jóvenes solían acudir más a los servicios de Urgencias.

Del mismo modo, los expertos comprobaron que los adolescentes que habían estado en entornos con humo de tabaco solían tener más problemas a la hora de realizar ejercicio como, por ejemplo, sibilancias, y que, al mismo tiempo, solían faltar más a clase por enfermedad, en comparación con aquellos que no habían estado expuestos al tabaco.

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