El autor de este post, el Dr. Hermenegildo Marcos, analiza las ventajas e inconvenientes de las APPS como herramientas de salud y que tienen la capacidad hasta de cambiar el paradigma de la atención sanitaria en su conjunto
Acaba de publicarse por parte del IQVIA Institute for Human data Science el informe “2018 and Beyond: Outlook and Turning Points”, donde se hace un análisis de las tendencias que generarán mayores cambios en materia de salud en los próximos años. Según este informe hay 10 elementos que van a ser determinantes a partir de 2018, entre ellos destacan dos que tienen que ver con el ámbito digital: las apps y la telesalud. Se pronostica que las apps se incorporarán y recomendarán dentro de las pautas habituales de las intervenciones clínicas. Así mismo es previsible que se publiquen, este año, más de 300 estudios sobre la efectividad de las mismas.
En el Mobile World Congress de 2018, las apps de salud han tenido gran importancia, sobre todo las relacionadas con la información sanitaria, la monitorización de los parámetros biológicos y las de ayuda al diagnóstico.
La utilización de la apps dentro del proceso clínico, mejorará, entre otros, el control de síntomas, el tratamiento y la continuidad asistencial. Algunos servicios de salud las financian, lo que demuestra que ofrecen resultados coste-efectivos.
Actualmente algunos médicos prescriben o recomiendan, además del uso de las medidas terapéuticas más apropiadas, los entornos informáticos más fiables y reputados, esta tendencia aumentará en un futuro próximo. Las apps han llegado para quedarse, evolucionar y cambiar el paradigma de la atención sanitaria en su conjunto.
La Unión Europea y la FDA, están intentando regular y fijar unos criterios de calidad mínima para las apps de salud. En este marco se encuentra la creación por parte de la UE del directorio de apps de salud, para ayudar a los pacientes y profesionales a encontrar las que sean más útiles y fiables. En España se ha creado el distintivo “AppSaludable” para el reconocimiento de aquellas que contribuyen a las buenas prácticas en salud.
Las apps pueden contribuir a mejorar la salud de diferentes maneras como, por ejemplo, convirtiendo al paciente en elemento activo del tratamiento y seguimiento de su enfermedad, modificando hábitos, incentivando que sean más saludables, facilitando la relación médico-enfermo, sobre todo en las enfermedades crónicas, controlando síntomas, determinados niveles (glucosa, TA, etc.), gestionando citas, así mismo contribuyen a la monitorización del paciente (ECG, saturación de oxígeno, etc.).
Según la OMS, casi el 90% de la población mundial podría beneficiarse de las oportunidades que ofrecen las tecnologías móviles y con un coste relativamente bajo, lo que tiene especial importancia en países en vías de desarrollo. Según un estudio de la consultora PwC, las apps podrían salvar más de un millón de vidas en el continente africano.
El Instituto IMS calcula que existen unas 100.000 apps de salud a nivel mundial, el 70% de ellas dirigidas al público en general y el 30%, más específicas, enfocadas a médicos y pacientes, pero es de resaltar la baja calidad de la mayoría de las mismas. Aproximadamente un tercio de ellas son de pago.
Económicamente hablando, las apps de salud, sobre todo, las relacionadas con la diabetes y las enfermedades cardiovasculares, tienen una gran oportunidad de negocio. PwC en 2014 pronosticó que con el uso de las mismas, en el año 2017, la UE ahorraría 99.000 millones de Euros y añadiría 93.000 millones a su PIB. La Sociedad de la Información de la Fundación Telefónica, añade que podría reducir el coste sanitario per cápita en la UE el 18%, llegando al 35% en pacientes crónicos.
La Fundación iSYS, Internet Salud y Sociedad elabora anualmente el Top20 iSYScore, que se basa en un método de evaluación de las aplicaciones móviles de salud a partir de variables objetivas, para dar a los usuarios orientación sobre popularidad, confianza y utilidad con la finalidad de que los usuarios encuentren las que mejor se adaptan a sus necesidades. En el “Top 2017”, entre las apps para pacientes se encuentran las relacionadas con diabetes, malaria, cáncer, Alzheimer, código infarto, fibrosis quística, urticaria, diálisis, VIH, hemofilia, dolor, trastorno bipolar y “!No puedo esperar!” en la que se muestra el lavabo más cercano a la ubicación del usuario. Para profesionales, en primer lugar se encuentra ACO+, seguido de genética hematológica, espirometrías, criterios diagnósticos de la DSM5, glaucoma, reumatología, prevención del suicidio, diabetes, nutricional, tiempos ictus, psoriasis, VIH, mapas de dolor y cefaleas.
Pero el uso de las apps de salud tienen sus riesgos, según un estudio iniciado en 2016 por la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona junto con la Universidad de El Pireo de Grecia, encuentra que el 80% de las Apps de Android más populares no cumplen muchos de los estándares para evitar el uso y la divulgación de datos sensibles y un 50% compartían con terceros, referencias personales de los usuarios.
Es indudable que las apps de salud evolucionan y se adaptan a las nuevas prestaciones de los aparatos inteligentes y la telefonía móvil. Han llegado para quedarse, y son los médicos junto con profesionales de la salud, quienes deben orientar a los pacientes en su buen uso y puedan contribuir al cuidado, recuperación de la salud y en el tratamiento y seguimiento de las diferentes patologías.
FUENTE: cgcom.es