Un 62% de profesionales de Atención Primaria y un 72,5% de profesionales en hospitales en España reconocen haber experimentado ser segundas víctimas de eventos adversos de forma directa o bien referida a un colega próximo en los últimos cinco años, según quedó reflejado en el IV Congreso de Deontología Médica en el Colegio de Medicos de Málaga

En la mesa sobre el impacto de los errores médicos y la salud de los profesionales, que estuvo moderada por el Dr. Rogelio Altisent, director de Proyectos de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, participaron la doctoras Pilar Astier y Bárbara Marco, profesoras de Medicina de la Cátedra de Ética Médica y Profesionalismo de la Universidad de Zaragoza; y Raquel Murillo, directora general adjunta y directora del ramo de responsabilidad civil de AMA.

La preocupación por analizar los errores derivados de la atención se remonta a 1950, aunque en su momento no atrajeron la atención de forma significativa. En España, los estudios sobre eventos adversos en los hospitales y en la Atención Primaria mostraron que casi el 10% de los pacientes hospitalizados se veían afectados por éstos, mientras que el 6,7% de los pacientes que acuden a las consultas de Atención Primaria (AP), experimentan, al menos, un evento adverso por año, según expuso la Dra. Astier.

El Ministerio de Sanidad se unió a la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente en el año 2005 y desde entonces ha estado trabajando de manera intensa en esta línea. Por ello, ha situado la seguridad del paciente en el centro de las políticas sanitarias como uno de los elementos clave de la mejora de la calidad, quedando así reflejado en la estrategia número 8 del Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud (SNS), que se viene desarrollando desde el 2005 en coordinación con las comunidades autónomas (CCAA). 

En 2015 se publicó la Estrategia de Seguridad del Paciente para el Sistema Nacional de Salud 2015-2020. A pesar de los continuos esfuerzos en mejorar la seguridad del paciente, “somos conscientes que cualquier día del año, a cualquier hora, en cualquier centro de nuestro sistema sanitario puede ocurrir un evento adverso, capaz de causar daño a uno o más pacientes, a sus familias, a los profesionales responsables, a la comunidad en la que ocurre, al centro sanitario concreto en el que tiene lugar, y/o al conjunto de toda nuestra organización”, comentó la Dra. Astier.

La experta subrayó que “es evidente que los eventos adversos con consecuencias graves tienen su peor cara en el sufrimiento de los pacientes y sus familiares y amigos (que son las primeras víctimas). Sin embargo, no son ellos los únicos que sufren y se ven afectados. También son víctimas, aunque en un segundo plano, los profesionales que se ven involucrados directa o indirectamente en el evento adverso y que sufren emocionalmente a consecuencia de ello”.

Así, señaló que “en España un 62% de profesionales de Atención Primaria y un 72,5% de profesionales en hospitales reconocen haber experimentado ser segundas víctimas directamente o bien referido a un colega próximo en los últimos cinco años”. 

Hasta 2010, casi ninguna organización sanitaria disponía de un plan para prevenir el impacto que provoca un evento adverso en la organización y en los profesionales que allí trabajan. Ese año, el Institute for Healthcare Improvement publicó el Libro Blanco para la Gestión Respetuosa de Eventos Adversos Clínicos Graves, donde se promovía dar una respuesta adecuada no sólo al paciente y su familia sino también atención a la "segunda víctima" más allá de la preocupación por las consecuencias jurídicas.

Posteriormente, otras instituciones internacionales y nacionales han desarrollado guías para dar una respuesta a los eventos adversos y dar soporte a las segundas víctimas. Las guías están orientadas a dar respuesta desde instituciones sanitarias o direcciones de servicios de salud, puesto que los eventos adversos pueden ocurrir de forma imprevisible en cualquier punto de atención.

La probabilidad de ocurrencia de un evento adverso grave en un hospital es más elevada que en Atención Primaria, sin embargo, determinados factores como la ambulatorización del seguimiento de pacientes pluripatológicos, el manejo de fármacos de alto riesgo hace que esta probabilidad aumente y debemos ser conscientes de dichos riesgos y estar preparados y apoyados por la organización para actuar en ambos entornos hospitales y primaria. 

"No dar una respuesta adecuada ante un evento adverso supone también un problema de ética médica tanto por no atender adecuadamente al paciente como por no cuidar a los compañeros que se han visto afectados por el evento adverso y pueden quedar traumatizados por ello y afectar a su práctica diaria y a su salud", manifestó la Dra. Astier..

Proyecto de investigación sobre cuestiones éticas, psicológicas y profesionales en el proceso de enfermar del profesional médico

Por su parte, la Dra. Marco explicó el proyecto de investigación sobre cuestiones éticas, psicológicas y profesionales en el proceso de enfermar del profesional médico que lleva a cabo el Grupo de Investigación de Bioética de Aragón de la Cátedra de Profesionalismo y Ética de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza

Adquirir la condición de paciente genera en el profesional una situación de incongruencia interna. Durante los años de formación en pregrado no se plantea el tema, interiorizando que sólo los pacientes pueden estar enfermos. La Dra. Marco apuntó que “se nos prepara para diagnosticar, tratar y paliar a los demás. Sin embargo, la consideración de la enfermedad como una debilidad que resta credibilidad y prestigio”.

Los médicos, por el hecho de serlo, tienen unos rasgos diferenciales en su proceso de enfermar que les hacen ser “pacientes complejos”, tanto desde el punto de vista de la enfermedad mental como del resto de la patología médica. Por eso, el objetivo general del estudio es “comprender el proceso de enfermar del profesional médico y si éste es diferente por el hecho de serlo para poder plantear estrategias de mejora de la atención al profesional enfermo”, detalló.

Según el estudio, muchos de los médicos reconocían no decir que lo eran al visitar los servicios médicos para ser valorados. Pero al mismo tiempo afirmaban preferir que los compañeros se presentaran como médicos cuando acudían a su consulta, o incluso molestarse si no lo hacían.

La Dra. Marco incidió en que “el paciente percibe que genera incomodidad en el compañero que le atiende. Ese sentimiento de incomodidad puede surgir del hecho de tratar a alguien que es capaz de juzgar tu actuación y conocimiento en igualdad de condiciones e información”.

Además, “la incomodidad también puede surgir de sentirse sometido a mayor presión debido a las expectativas del paciente, que probablemente te ha elegido a ti como su médico: temor a defraudar y no estar a la altura”, declaró.

Incremento de reclamaciones al profesional sanitario

Por su parte, Raquel Murillo, directora general adjunta y directora del ramo de responsabilidad civil de AMA, ofreció datos de una encuesta de su compañía en colaboración con la Escuela de Medicina Legal y Forense a 700 asegurados que habían sufrido alguna reclamación en el ámbito de sus actuaciones, que arrojaba que el 68% de los profesionales aseguró haber tomado más precauciones legales a partir de ese momento.

Por otro lado, el 84% reconoció que había variado su forma de trabajar a raíz de la reclamación. Y el 78% modificó la forma en la que se relacionaba con sus pacientes.

Murillo recalcó que “siempre hay que intentar adecuar la actuación a la lex artis, prestando especial atención a la existencia de protocolos que puedan determinar la forma de actuar en situaciones concretas”.

Por último, animó a fomentar el diálogo médico-paciente y animó a reflejar toda la actividad asistencia en la historia clínica, informar adecuadamente y contar con consentimientos informados completos.

Fuente: medicosypacientes.com


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