Médicos y Pacientes entrevista al Dr. José Ramón Repullo, profesor emérito de Planificación y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad, e Investigador del Instituto de Salud Carlos III, que coordinará el seminario sobre ‘Mala ciencia y Medicina alejada de la evidencia’.

¿Qué diferencias hay entre la mala ciencia, la Medicina alejada de la evidencia y las pseudoterapias?

Las pseudociencias y las pseudoterapias nacen alejadas de la practica clínica convencional y no reconocen las exigencias de validez que el método científico impone a procedimientos diagnósticos y terapéuticos en la Medicina. Algunas veces asumen una apariencia científica, e incluso aportan datos y estudios que emulan los de la que llaman ‘ciencia oficial’; pero es sólo un barniz que cae rascando un poco: los diseños carecen de validez, fiabilidad, trasparencia y reproductibilidad; y sus estudios se basan en datos observacionales habitualmente sesgados y sin capacidad de demostrar causalidad alguna.

Desmontar las pseudociencias y las pseudoterapias es relativamente fácil desde el punto de vista científico-técnico, aunque los importantes intereses económicos que las respaldan lo hacen laborioso, y se asumen riesgos de denuncias y pleitos. Pero hay otra dimensión de problemas que son más difíciles de abordar: la mala ciencia y la Medicina que se aleja de la evidencia; estos están dentro nuestra propia casa. Hablamos tanto de la distorsión y manipulación sectaria, incompetente o interesada del proceso de investigar (mala ciencia) o de la aplicación insuficiente, inapropiada o negligente del conocimiento a la práctica clínica (Medicina alejada de la evidencia). Son graves problemas que se refuerzan con tendencias políticas, sociales y culturales más extendidas en estos tiempos de postmodernidad: individualismo, ánimo de lucro exacerbado, falta de respeto a la verdad, manipulación de la información y los medios, etc.

Nos toca dar una batalla a unos adversarios formidables que ya han entrado en la fortaleza.

¿Qué efectos adversos puede conllevar el uso de las prácticas alejadas de la evidencia científica para la salud de los pacientes?

Nuestro Código de Deontología da una buena respuesta a esta cuestión: Artículo 23.1 El médico en su actuación profesional solo debe emplear procedimientos diagnósticos y terapéuticos que cuenten con base científica. Artículo 23.2 Las prácticas carentes de base científica, las inspiradas en el charlatanismo, las pseudociencias, las pseudoterapias, así como los procedimientos ilusorios o insuficientemente probados, la simulación de tratamientos médicos o quirúrgicos y el uso de productos de composición no conocida son contrarias a la deontología médica.

La buena Medicina clínica ha de estar fuertemente anclada en la evidencia científica. Porque el método científico constituye el principal lenguaje universal del que disponemos los seres humanos para buscar un conocimiento objetivo, compartido, comunicable, verificable y reproducible; este lenguaje permite configurar comunidades globales de pensamiento y práctica, en las cuales se custodian, expanden y difunden los saberes y la cultura. La mejor evidencia disponible es esencial para la buena Medicina; condición necesaria, aunque no suficiente.

Pero la evidencia no es autoejecutable, puede estar ausente, o el clínico puede no conocerla, saber evaluarla o contextualizarla. Porque la evidencia se expresa y concreta en base a enfermedades, procesos o procedimientos; pero su aplicación depende tanto de las particularidades biológicas del paciente, de sus comorbilidades, de sus preferencias y convicciones y de los recursos disponibles. El médico clínico es un ‘broker’ entre todos estos condicionantes, y por ello la sociedad les otorga una importante holgura clínica para adaptar las decisiones a los pacientes, precisamente por la complejidad inherente a su función; y por ello los médicos asumen desde su ética y deontología una responsabilidad reforzada de rendición de cuentas ante la ciencia y la sociedad. Sin un buen anclaje en la evidencia científica, la holgura se convierte en arbitrariedad y desorientación.

Por todo lo anterior, el médico clínico ha de saber convivir con la incertidumbre, pues algunas o muchas de sus decisiones van a basarse en realidades inciertas o con consensos profesionales débiles; lo que plantea un reto de cómo comunicarlo a pacientes, familias y sociedad, que buscan certezas y seguridad de la Medicina y los médicos.

¿Qué podemos esperar de este seminario?

Este seminario es la continuación de un trabajo serio y sistemático del CGCOM y de su Observatorio contra las Pseudociencias, Pseudoterapias, Intrusismo y Sectas Sanitarias para poner freno al negocio de las falacias y engaños con apariencia de atención sanitaria. Y supone un paso adicional para enfocar los retos de mejora en la generación, publicación, difusión y aplicación del conocimiento científico biomédico a la práctica clínica. Hay mucho que hacer y se trata de dar los primeros pasos en esa dirección. Para reforzar el avance en esta dirección, hemos querido promover una declaración de varias instituciones, sanitarias, profesionales y científicas que se dará a conocer el día del Seminario.

¿Qué medidas se pueden adoptar para luchar contra la mala ciencia y la Medicina alejada de la evidencia?

Podemos trabajar en muchos frentes; cito siete ámbitos donde se debería hacer un esfuerzo regulatorio de gestión, y en los que incide la citada Declaración. Priorizar aquellas políticas y líneas de investigación que mejor respondan a las necesidades de salud, y que añadan valor sanitario y social. Invertir en mejora de las competencias en metodologías de investigación de la comunidad científica y profesional de la biomedicina, mejorando la cooperación. Promover una mejor comprensión e interpretación crítica de la literatura científica.

Mejorar el proceso de revisión y publicación de los resultados de las investigaciones, garantizando la validez de su metodología, el acceso a datos y la reproductibilidad. Evaluar el desempeño de los grupos de investigación en base a la calidad y pertinencia de los trabajos, y no a la cantidad de artículos publicados. Trasparentar, prevenir y mitigar los conflictos de interés que afectan a la aplicación de la ciencia a la práctica clínica, particularmente en la formación continuada, en los patrocinios de reuniones científicas, y en la elaboración de recomendaciones y guías. Crear canales y contenidos apropiados que permitan difundir una información veraz y comprensible de los avances científicos, sin generar falsas expectativas a pacientes y ciudadanos, y saliendo al paso de comunicaciones públicas prematuras, inmaduras o engañosas de resultados de las investigaciones.

¿Cómo se puede hacer frente a la promoción de terapias no basadas en la evidencia científica por parte de influencers o famosos?

Los cambios culturales son los más lentos y difíciles, y más cuando se alimentan de la velocidad e inmediatez con la que se difunden bulos y desmesuras en las redes sociales. Está claro que hay que salir al paso de las influencias más perjudiciales; las que ponen en riesgo la salud; quizás también las que ponen en riesgo al bolsillo, pero para estas no va a ser fácil llegar. Si revisamos cómo funciona la publicidad comercial en general, nos daremos cuenta hasta qué punto la exageración y distorsión forman parte de lo cotidiano y culturalmente aceptado. A las generaciones actuales y futuras les toca lidiar con un medioambiente tóxico nuevo, y deberemos invertir en pensamiento crítico, en análisis de las informaciones en medios y redes y en crear vehículos de verificación y respuesta bien pertrechados y ágiles. Nada eso va a salir barato; pero la alternativa, no hacerlo, resultará mucho más cara y dañina para la sociedad y los pacientes.

¿Cuál es el papel de los medios de comunicación y las RRSS en la proliferación de la mala ciencia y cómo podemos fomentar una mejor comunicación científica?

Hay que mitigar los conflictos de interés que echan combustible al fuego; no se si podremos apagarlo. Supongo que no. Pero sí revisar los vínculos financieros, y reducir los incentivos a hacer mala ciencia o a una aplicación prematura y atrevida de innovaciones a la oferta de servicios asistenciales. La difusión de los resultados de la investigación a la sociedad (vía medios de comunicación especializados o generales) es una importante función de trasparencia y rendición de cuentas; pero esta función está siendo crecientemente utilizada como cortocircuito para avanzar resultados provisionales o aún inmaduros, y que todavía no se han sometido a la revisión por pares.

Esta dinámica distorsiona la credibilidad de la ciencia, crea falsas expectativas y altera los procesos ordenados de revisión editorial, creando una competición para adquirir de forma espuria relevancia, fama y ventajas económicas y de reputación. Antes citaba nuestro Código de Deontología que señala una obligación de prudencia para los médicos cuando se trata de procedimientos o terapias insuficientemente probadas; habrá que insistir y en su caso actuar sobre los casos más conspicuos de esta deriva de publicidad prematura y atrevida que amenaza con incrementarse.

Seminario ‘Mala ciencia y Medicina alejada de la evidencia

Este seminario abordará un tema de vital importancia en el ámbito de la salud: la mala ciencia y la Medicina alejada de la evidencia. En un mundo donde la información fluye rápidamente y las decisiones de salud se toman a menudo basadas en creencias o desinformación, es crucial entender cómo estas prácticas pueden afectar la calidad de la atención médica y, en última instancia, la salud de las personas. El evento podrá seguirse por videoconferencia (ZOOM), YouTube o de forma presencial en la sede del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos, Plaza de las Cortes, 11, Madrid.

FUENTE: www.medicosypacientes.com

 



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