El Dr. Vicente Matas, Coordinador del Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada, analiza en este artículo de opinión publicado en el Blog AP25, la jubilación flexible de los profesionales médicos "y justa para una profesión de riesgo".

Por los motivos que desarrollaremos más delante de forma resumida, en el año 2011 se elaboró en Granada un amplio Informe-Propuesta sobre la jubilación del personal facultativo de las instituciones sanitarias del Sistema Nacional de Salud que, por la actualidad del tema, entendimos hace unas semanas que merecía la pena publicarlo de nuevo, teniendo en cuenta que, aunque en lo básico sigue vigente, fue realizado hace diez años. El informe está publicado y se puede descargar completo en PDF la web del Sindicato Médico para quien esté interesado.
 
Entendemos desde el Centro de Estudios del Sindicato Médico de Granada que la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM), como organización que aglutina la mayor representatividad laboral del colectivo médico de nuestro país, y considerando que las características pasadas, actuales y de futuro que definen el ejercicio de la Medicina en nuestro Estado justifican la reiterada petición de esta organización de un régimen especial y flexible de jubilación voluntaria del médico entre los 60 y los 70 años, sin penalización sobre la cotización realizada, y que por los mismos motivos debe ser declarada como profesión de riesgo.

Extraordinarias exigencias de formación 

En nuestro país, llegar a ser médico significa recorrer un largo y exigente camino formativo que no admite, desde ningún punto de vista, comparación alguna con el resto de las profesiones derivadas de titulaciones universitarias. Se necesita una nota extraordinaria para acceder a la facultad, seis años de estudios universitarios (360 créditos grado 3 MECES Máster), un año para preparar el MIR y cuatro o cinco años de formación especializada en los hospitales o centros de salud. En resumen, tras un mínimo de 11 o 12 años de intensa, exigente y competitiva dedicación formativa, puede presentarse en sociedad el médico como un profesional reconocido y legalmente habilitado para ejercer la Medicina, rondando los treinta años de edad, transcurrido más de un tercio de su esperanza de vida y que acorta la posible duración de carrera laboral y, por tanto, los años que pueden cotizar a la Seguridad Social.
 
Además, el proceso formativo de un médico es una obligación legal y deontológica, que se extiende a lo largo de toda su vida laboral, pues más allá de la licenciatura/grado y la especialización postgrado está la formación continuada de actualización profesional de carácter periódico y duración ilimitada.
 
Esta exigencia inicial y continuada de formación tan extensa, exigente e intensa es una primera característica de la profesión médica que no se tiene en cuenta a la hora de las retribuciones y de cara a la jubilación.
 
Jubilación voluntaria y flexible
 
El objetivo del informe-propuesta es plantear la necesidad de un régimen flexible de jubilación, entre los 60-70 años, para todos los facultativos sanitarios que trabajan por cuenta ajena, con adaptación al ámbito del personal sanitario, de las jubilaciones parciales y anticipadas ya previstas en la ley de medidas en materia de Seguridad Social.
 
En primer lugar, planteamos la posibilidad de prolongar, voluntariamente, la edad de jubilación de los facultativos sanitarios hasta los 70 años, en consonancia con las actuales tendencias europeas, siempre que las condiciones físicas y psíquicas lo permitan y con los incentivos legalmente previstos.
 
En segundo lugar, queremos extrapolar al personal facultativo sanitario estatutario y al personal facultativo sanitario laboral, la jubilación anticipada de clases pasivas del Estado, actualmente aplicable a personal acogido a las mutualidades que les permite jubilarse voluntariamente desde los 60 años, con 30 cotizados y sin penalización sobre la pensión que les corresponde por sus cotizaciones.
 
Sin duda, habrá un importante contingente de médicos que, de poder flexibilizar las condiciones de su jubilación, optarían por una jubilación parcial y podrían suponer un importante activo del sistema, especialmente, en épocas de escasez de recursos humanos, como la que se avecinaba hace diez años y que hoy es una realidad en nuestro país con la jubilación de las promociones más numerosas de facultativos y que continuará otros diez o doce años.
 
Existen, pues, razones más que suficientes que justifican la necesidad de un régimen especial de Seguridad Social para los facultativos especialistas sanitarios.
 
Es preciso, por tanto, flexibilizar la edad de jubilación voluntaria entre 60 y 70 años introduciendo la posibilidad de jubilación parcial y un tratamiento justo con las jubilaciones de unos profesionales que han aportado mucho al sistema, tanto en tiempo como en formación, responsabilidad y penosidad.
 
Conviene recordar que la OIT recomienda, desde hace más de treinta años, la adopción de un sistema flexible que facilite la elección individual de la edad de jubilación en función de las circunstancias económicas y profesionales de los perceptores.
 
Es necesario computar el tiempo de trabajo de forma que se tenga en cuenta el exceso de jornada que realizan los facultativos sanitarios con las guardias, introduciendo índices correctores que permitan acceder a la jubilación a partir de los 60 años. La carga laboral tan grande en horas que desarrollan los médicos, traducida a años reflejaría mejor la jornada real realizada y contribuiría a un reconocimiento más justo y racional.
 
La mayoría de los médicos, además, al jubilarse pierden una importante cantidad con relación a la pensión por la que han cotizado, al estar afectados por el límite de la pensión máxima, y pierden mucho más con relación a sus retribuciones en activo que con las guardias superan ampliamente el tope de cotización y, por tanto, en esos casos, las guardias ni cotizan ni computan a la hora de calcular la pensión.
 
Es injusto que ahora los médicos pierdan de media unos 500 euros al mes con relación a la pensión que les corresponde y por la que han cotizado al aplicar el tope de pensión máxima, introducido en la crisis de los años setenta. Para no perder tanto poder adquisitivo, al jubilarse solo les queda contratar un plan de pensiones privado y ahorrar, que precisamente se han limitado a un máximo de aportaciones de 2.000 euros este año y 1.500 el próximo año.
 
Medicina, profesión de riesgo
 
Los riesgos de salud (físicos, químicos, biológicos, ergonómicos y psicosociales) de quienes trabajan en el ámbito asistencial de la Sanidad constituyen un tema que cada vez cobra mayor importancia en los países avanzados.
 
También es preciso recordar que el contacto permanente con el dolor y el sufrimiento humano, junto con los demás riesgos, conduce a cifras preocupantes de burnout entre los médicos y que se han agravado con la pandemia de COVID, como ha quedado de manifiesto en el IX Congreso del PAIME, celebrado en el Colegio de Médicos de Cádiz, organizado por la Fundación para la Protección Social de la OMC.
 
La sociedad exige al médico jornadas laborales muy superiores a las de cualquier otro trabajador. En la actualidad y desde la entrada en vigor del Estatuto Marco, en nuestro país, al médico se le exigen 48 horas semanales en cómputo semestral. Este exceso de jornada, de casi 800 horas al año de media, tiene que realizarse, obviamente, fuera de la jornada ordinaria, llevándose a cabo en horarios especialmente penosos, horas nocturnas (63 por ciento) y en días festivos, sábados y domingos (36 por ciento). Esta jornada, en su mayor parte, está ocupada por funciones casi exclusivamente asistenciales. Además, con los contratos por días y horas muchos médicos han realizado jornadas de 24 horas y solo han cotizado por un día. De esta forma, les será imposible llegar a los 38 años y medio para tener derecho a la pensión máxima, que se les exigirá muy pronto.
 
Que las condiciones del trabajo repercuten en la salud de los trabajadores es algo obvio, en el caso de los médicos, por el exceso de jornada de las guardias, por el trabajo nocturno, con su correspondiente déficit de sueño, y por el trabajo a turnos. La consecuencia más evidente del trabajo a turnos y, principalmente, del nocturno es la somnolencia diurna, que repercute en la actividad profesional, con acumulación de errores, dificultad para mantener la atención, para percibir correctamente la información y/o dificultad para actuar con rapidez.
 
La medida más habitual para disminuir las negativas consecuencias del trabajo a turnos y el trabajo nocturno en los trabajadores expuestos consiste en reducir el tiempo total de trabajo en el personal sometido a los mismos. Sin embargo, en el caso del personal facultativo sanitario, la realidad es que no sólo no se disminuye su jornada laboral, sino que esta, como ya hemos señalado, se ve incrementada en un importante número de horas al año, como consecuencia de las guardias. Sería preciso establecer mecanismos para la calificación de la patología relacionada con los turnos como enfermedad profesional.
 
Los médicos en su trabajo están expuestos al estrés, que se caracteriza por la vivencia de una situación que el individuo no puede controlar, que le supera, como una emoción dolorosa, como una sensación de angustia, como un miedo al futuro. Estos sentimientos dan lugar a una serie de consecuencias psíquicas y sociales que no deberían ser ignoradas en un profesional que tiene bajo su responsabilidad la salud de los demás.
 
Por otro lado, estudios realizados en hospitales de EE. UU. han demostrado que los turnos continuados de más de 24 horas triplicaban el número de médicos agotados o zombis. Después de 24 horas sin dormir, el estado mental es el equivalente al de una persona que supera el límite permitido de alcoholemia, lo que “es una buena estimación de las consecuencias que podría tener la falta crónica de sueño en el mundo real”. En otras profesiones, como en el caso de los conductores de autobuses, hay descansos obligatorios establecidos para evitar el riesgo, no solo para el trabajador, sino, lo más importante, para los ciudadanos.
 
La falta acumulada de sueño durante días y semanas empeora la capacidad cognitiva de una persona en un proceso que tal vez sea irreversible. A este respecto, conviene recordar que el trabajo de las guardias médicas ha evolucionado mucho, habiendo pasado de ser una situación en “expectativa de trabajo” a una situación de “trabajo a destajo”, con lo que la posibilidad de descanso durante la guardia se ha visto seriamente disminuida.
 
Excesos de jornada
 
La profesión de facultativo sanitario con exposición a agentes biológicos, físicos y sustancias químicas; la carga mental del trabajo realizado y los factores estresantes; y, sobre todo, las jornadas extenuantes que en ella se dan, la convierten, sin duda, en penosa y justifica la consideración de profesión de riesgo. Además, los excesos de jornada realizados a lo largo de la vida laboral, con las guardias, que recordemos son obligatorias, implican que con 30 años de ejercicio un médico ha realizado por término medio el trabajo equivalente a 40 o 45 años de jornada ordinaria.
 
Este tiempo trabajado, en la gran mayoría de los casos, no se cotiza en la Seguridad Social y, lo que es peor, no computa como tiempo trabajado porque, aunque cotizara, no supondría una mejor pensión al existir el tope máximo de las pensiones. Es urgente un coeficiente corrector para computar este esfuerzo adicional y obligatorio.
 
Sin embargo, se da la circunstancia de que las guardias sí computan en el IRPF y ello hace que se incremente su porcentaje en cuatro o cinco puntos sobre el total de la nómina, con lo que el importe bruto de las guardias va directamente a hacienda, en la mayoría de los casos hasta el 45 por ciento y más, pues varía por CC. AA. y al médico le llega muy poco más del 50 por ciento. En resumen, aportan mucho esfuerzo con las guardias en impuestos directos y no les beneficia en su pensión.
 
Planificación de recursos humanos en Sanidad
 
Como ya hemos visto, para formar un médico especialista son necesarios 11 o 12 años tras el bachillerato, por lo que las planificaciones deben hacerse a medio y largo plazo para que no tengamos miles y miles de médicos parados para trabajar con contratos basura uno o dos meses al año, como pasaba en los años ochenta y noventa, o tener falta de médicos de algunas especialidades, como sucede ahora, y muchas plazas sin poder ser cubiertas, con lo que implica de sobrecarga del resto de médicos y las listas de esperas y demoras en la asistencia que soportan los pacientes. Hay que planificar las necesidades del SNS, del resto de administraciones y de la Sanidad privada en la que también trabajan un importante número de médicos especialistas.
 
Las previsiones de jubilaciones de médicos para la próxima década, es decir, el número de colegiados en activo que hoy tienen 55 años o más son alrededor de 80.000, lo que supone más de un tercio de los médicos colegiados en la actualidad. Ya lo advertimos en el informe de hace diez años, pues se conocía que, en 2009, los médicos entre 45 y 54 años eran aproximadamente 71.000.
 
No se nos hizo caso. Al contrario, el Ministerio de Sanidad y las Consejerías de Salud de las CC. AA. no fueron capaces de tomar las medidas oportunas para hacer frente a este reto puntual y lo que hicieron fue reducir el número de plazas MIR a partir del año 2011 y 2014 a la vez que, desde años antes, aumentaban el número de facultades de Medicina y nuevos médicos.
 
Dos graves errores, ahora estamos con un incremento muy importante de jubilaciones y faltan médicos especialistas de varias especialidades y, además, hay miles de médicos egresados de las facultades de Medicina que no se pueden especializar (es obligatorio para ejercer en la Sanidad Pública) y pasados estos años diez o doce años sobrarán médicos especialistas en España de nuevo, miles de parados para trabajar dos meses en verano. Esa no es la solución, pues los médicos que ahora tienen entre 45 y 54 años son muchos menos, unos 47.000, y cuando se comiencen a jubilar nuestros nuevos especialistas posiblemente no encontrarán trabajo.
 
Los importantes incrementos de plazas MIR de las dos últimas convocatorias y de la actual llegan tarde, pues estos especialistas terminarán entre los años 2024 y 2027, y los más de 7.500 nuevos alumnos que este año comienzan sus estudios en nuestras facultades de Medicina, cuando sean especialistas en los años 2032 y 2033, pueden encontrarse con un número de jubilaciones de médicos muy inferiores y quizás tengan dificultades para encontrar trabajo.
 
Hay que tener en cuenta, además, que muchos médicos especialistas, muy bien formados en nuestros centros, cada año emigran a países de nuestro entorno que les ofrecen condiciones retributivas, laborales y de estabilidad mucho mejores que las que les ofrecen nuestros Servicios de Salud. Ahora es necesaria una apuesta decidida por mejorar las condiciones y la estabilidad para conseguir que nuestros nuevos especialistas se queden a trabajar en España, los necesitamos.
 
Conclusiones
 
La profesión médica presenta unas características muy específicas en cuanto a exigencias de formación, tanto inicial como continuada, se enfrenta a unos riesgos importantes biológicos, físicos, químicos, ergonómicos y psicosociales; y tiene por obligación realizar unas jornadas muy amplias con las guardias, que generalmente no se computan como tiempo trabajado.
 
Los facultativos, además, están sometidos en su trabajo diario a importantes sobrecargas laborales y estrés, junto con horarios nocturnos y trabajo a turnos que le provocan consecuencias psíquicas, físicas y de conciliación familiar y social.
 
Por todo ello, la profesión médica debe ser declarada profesión de riesgo, deben establecerse coeficientes correctores por la realización del importante número de guardias y la jubilación debe ser flexible y voluntaria entre los 60 y 70 años, sin merma ni penalización con relación a las cotizaciones realizadas, y debe establecerse la posibilidad de jubilación parcial para los facultativos que voluntariamente lo soliciten.
 
También es necesario planificar a medio y largo plazo las necesidades de médicos especialistas en España, tanto de la Sanidad Pública como privada, pues son necesarios entre 11 y 12 años para su formación. Es urgente mejorar las condiciones laborales, retributivas y ofrecer estabilidad a los nuevos especialistas para que no emigren y se marchen de España, pues los necesitamos.

FUENTE: medicosypacientes.com