La Agencia Española de medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), dependiente del Ministerio de Sanidad, ha identificado una serie de malos usos y prácticas de los productos cosméticos que pueden suponer un riesgo para la salud

Los productos cosméticos, antes de ponerse en el mercado, son sometidos a una evaluación de la seguridad para la salud, teniendo en cuenta el perfil toxicológico de cada uno de los ingredientes, el modo de aplicación, la información del etiquetado y la población a la que va dirigido el producto. Esta evaluación debe demostrar que el producto es seguro para su uso normal o razonablemente previsible. Sin embargo, la seguridad del producto en otras condiciones de uso no está garantizada.

Por ello, la AEMPS, a través del Sistema Español de Cosmetovigilancia, recepciona, registra, evalúa y hace un seguimiento de todos los casos de efectos no deseados relacionados con productos cosméticos que le son comunicados. Tras el análisis de los casos de los últimos años, el organismo ha comprobado que cierto número de casos son debidos a un "uso inadecuado" de los productos cosméticos por parte de los consumidores.


Aunque estos casos son una minoría, la AEMPS indica que pueden evitarse siguiendo unas pautas generales de buen uso. El organismo distingue dos situaciones en el uso inadecuado de los productos: por un lado, el mal uso del producto en sí, como no seguir el modo de empleo indicado en el etiquetado, obviar sus advertencias o no respetar la 'fecha de caducidad'; y por otro lado, malas prácticas que modifican las características que los fabricantes han considerado al realizar la evaluación de la seguridad de sus productos, como diluirlos.

Prácticas a evitar

"A menudo se diluyen los productos cosméticos con el fin de aumentar su volumen, mejorar su fluidez o rehidratarlos. Esta practica puede contaminar microbiológicamente el producto y afectar negativamente al conservante al diluirlo. Además, también puede afectar a la eficacia, seguridad y a la estabilidad de la formulación", advierte la AEMPS.

Igualmente, piden no mezclar productos distintos que no están destinados por el fabricante a mezclarse. En estos casos, indican que la seguridad del producto resultante "no puede asegurarse, dado que sus ingredientes pueden reaccionar generando otros no identificados, y por un efecto sumatorio alcanzarse niveles no seguros de ingredientes comunes".

No recomiendan trasvasar el producto a otro recipiente, ya que se corren dos riesgos: "Que se pierden las garantías de información del fabricante como la lista de ingredientes, las advertencias, el modo de empleo y la trazabilidad; y porque la manipulación se incrementa el riesgo de contaminación microbiológica".

Tampoco aconsejan rellenar dispensadores comunitarios no reutilizables: "Esta práctica tiene los mismos riesgos que la de trasvasar un producto a otro recipiente: se pierden las garantías de información e identificación del producto que figuran en el etiquetado, y se incrementa el riesgo de contaminación". Una vez acabado el producto, la AEMPS recuerda que los envases deben ser eliminados, porque "su reutilización no garantiza un uso seguro, pudiendo poner en riesgo la salud de consumidores".

El organismo también advierte de que los productos cosméticos no se pueden exponer a temperaturas extremas o a la luz solar directa, y tampoco manipularlos con las manos sucias, "especialmente cuando el envase permite el contacto directo del consumidor, como es el caso de los tarros, ya que se incrementa el riesgo de contaminación microbiana del producto".

Por último, instan a no compartir productos cosméticos que pueden estar en contacto con fluidos orgánicos y mucosas, como lápices de ojos o barras de labios, dado que "puede ser el origen de la trasmisión de enfermedades infecciosas como, por ejemplo, conjuntivitis o herpes". En esta línea, aconsejan tirar los productos que presenten alteraciones en su color, olor o consistencia.

FUENTE: medicosypacientes.com