Cruz Roja Española atiende al año a cerca de 500 víctimas de trata de personas, mayoritariamente mujeres, niños y niñas que sufren esta lacra con fines de explotación sexual. Así, lo ha puesto de manifiesto, en esta entrevista, Jose Javier Sánchez Espinosa, subdirector para Migraciones del departamento de Inclusión Social de Cruz Roja Española, que intervendrá en la Jornada sobre la trata de personas, organizada por la Organización Médica Colegial (OMC) a través de la Fundación para la Cooperación Internacional (FCOMCI) y el Consejo Federal de Medicina de Brasil (CFM).
Este experto, que hablará en la Jornada de mañana, sobre el trabajo interprofesional y la atención psicosocial de las víctimas de trata, ha manifestado que en el abordaje de esta lacra “es fundamental el trabajo en red, no sólo internamente” sino con actores clave como profesionales de la salud, fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, servicios sociales comunitarios, servicios de protección del menor, ministerio fiscal, entidades especializadas.
Además, según ha explicado, el profesional sanitario está en situación privilegiada para detectar posibles casos de trata. “Es necesario que cuente con formación específica para la detección de indicios”. Algo en lo que Cruz Roja está trabajando.
-¿Cuál es el trabajo que se hace desde Cruz Roja Española para proporcionar atención psicosocial a la víctima de trata?
En primer lugar, hay que decir que Cruz Roja pone el foco en las necesidades y fortalezas particulares de cada persona con la que interviene.
Así, es fundamental atender al contexto concreto desde el que se produce el contacto con una posible víctima.
Somos una organización generalista con una gran diversidad de programas desde los que podemos estar en contacto con víctimas de esta gravísima vulneración de derechos humanos, entre ellos: el de atención humanitaria a personas recién llegadas a nuestras costas, Ceuta o Melilla, el de atención social a solicitantes de protección internacional en aeropuertos y centros de internamiento de extranjeros, el de atención en entornos de prostitución y en asentamientos, en recursos de acogida para personas inmigrantes y refugiadas, etc., pero lo importante es ser conscientes de que cualquier ciudadano, más aún profesionales de determinados ámbitos como el de la salud, podemos estar delante de una víctima sin saberlo.
El primer paso para cualquier intervención ulterior es la detección de indicios. Desde Cruz Roja estamos formando a nuestros equipos de profesionales y voluntarios para que tenga una formación básica que permita reconocerlos e intervenir a ese nivel inicial. A partir de ahí, el proceso de identificación puede ser largo, requiere de una formación especializada y un trabajo en red para acompañar y empoderar a la víctima.
-¿Con que equipo de profesionales se cuenta? ¿Cree que son importante las redes de trabajo interprofesional para abordar estas situaciones?
Cruz Roja cuenta con personal y voluntariado procedente de muy distintas disciplinas según el ámbito de intervención y el nivel de especialización requerido, entre ellos: ámbito social, jurídico, psicológico, etc.
El trabajo en red es fundamental, no sólo internamente sino con otros actores clave: profesionales de la salud, fuerzas y cuerpos de seguridad del estado, servicios sociales comunitarios, servicios de protección del menor, ministerio fiscal, entidades especializadas, etc.
-¿Cuál es el número casos de trata de personas que se atiende en Cruz Roja? ¿De qué tipos son y cuál es que predomina?
Desde que Cruz Roja empezara a recoger datos específicos sobre presuntas víctimas atendidas desde los distintos programas, estaríamos hablando de unas 500 víctimas al año.
Mayoritariamente estaríamos interviniendo con víctimas de trata con fines de explotación sexual, fundamentalmente mujeres, así como con sus hijos e hijas; en menor medida, se ha intervenido con víctimas en contextos de explotación laboral.
No obstante, hay que estar muy atentos ante posibles víctimas de trata con otros fines de explotación como son: la mendicidad, la comisión de delitos, los matrimonios forzosos, el tráfico de órganos, las adopciones, etc.
-¿Cómo es la inclusión de estas víctimas? ¿Se hace un seguimiento de los casos?
Se trata de una intervención compleja y multidisciplinar, un trabajo a largo plazo donde hay muchos factores que intervienen: situación personal y recursos de la víctima, redes de apoyo, amenazas y violencia sufrida, que tenga hijos o familiares que se encuentren amenazados, nivel de coacción y amenazas, fase en que se encuentra la víctima, es decir, acaba de llegar, está en fase de explotación, etc.
Por supuesto, intentamos hacer seguimiento de todos los casos. Desgraciadamente, perdemos el contacto con muchas de las víctimas.
-¿Cuál considera que es el papel del profesional sanitario en estos casos?
El profesional sanitario está en situación privilegiada para detectar posibles casos de trata. Para ello, es necesario que cuente con formación específica para la detección de indicios que por sí solos no tendrían valor pero sí en un determinado contexto y en conjunto. Por ejemplo, la persona no dispone de su propia documentación, hay signos de estar siendo controlada o manipulada, no se atreve a hablar, la persona que la acompaña puede no ser sólo alguien que la ayuda y le traduce sino que la controla, llanto y signos de tristeza y abatimiento, presenta ETS, cicatrices y signos de violencia física, sexual y psicológica, ha sufrido múltiples abortos, presenta tatuajes, sintomatología propia del estrés postraumático (insomnio, dolor abdominal, …), etc. En niños también es común la enuresis o ecopresis, conductas sexualizadas para su edad y contexto cultural, dificultades en el contexto escolar, etc.
Fuente: medicosypacientes.com