Esta semana, la Región de Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha registrado la mayor incidencia semanal de casos de COVID-19 desde el comienzo de la pandemia, con más de 1,5 millones de casos notificados en los últimos 7 días; el número total de casos confirmados ha pasado de 7 a 9 millones en solo 14 días y, este jueves, Europa ha superado los 10 millones de casos.

Además, según ha señalado el doctor Hans Kluge, director Regional de la OMS para Europa, en una gran mayoría de países europeos se está observando una incidencia de 14 días muy alta de más de 200 casos por 100.000 habitantes, y "las hospitalizaciones han aumentado a niveles nunca vistos desde la primavera", con más de 10 por 100.000 habitantes en un tercio de los países informantes de Europa.
 
"Europa está nuevamente en el epicentro de esta pandemia. A riesgo de parecer alarmista, debo expresar nuestra verdadera preocupación y transmitir nuestro firme compromiso de estar a su lado y apoyarlo lo mejor que podamos", ha declarado.


La mortalidad también ha experimentado un fuerte aumento, concretamente la semana pasada un aumento del 32% en toda la Región, ha señalado en una reunión de emergencia de los ministros de salud de la Región Europea de la OMS sobre las proyecciones de COVID-19 para la temporada de invierno, donde ha apuntado que los jóvenes se han quedado atrás y, otra vez, son los grupos de personas mayores y en riesgo donde se ven más casos.

"Las señales tempranas de mortalidad por todas las causas de algunos países dan una advertencia clara: podemos retroceder rápidamente a un exceso significativo de mortalidad. Dado que los sistemas de prueba no han seguido el ritmo en un contexto de transmisión de muy alta velocidad, las tasas de positividad de las pruebas han alcanzado nuevos máximos, con niveles de positividad superiores al 5% en la mayoría de los países europeos", ha señalado.
 
Sobre la posibilidad de imponer nuevos encierros a la escala de los que se vieron a principios de este año, entiende que "reducirán la transmisión comunitaria y le darán al sistema de salud el espacio que tanto necesita para recuperarse y ampliarse para que pueda atender los casos graves de COVID-19 y brindar servicios de salud esenciales", pero también cree que "los bloqueos totales impulsarán la demanda de atención de salud mental y estimularán un aumento de la violencia doméstica al tiempo que disminuirán la asistencia al hospital por enfermedades crónicas, lo que resultará en muertes prematuras por esas enfermedades", ha continuado en una reunión que justificada por "la gravedad de la situación".
 
Otro aspecto que le preocupa es el impacto indirecto asociado con personas que atraviesan dificultades económicas y recurren a la seguridad social, ya que un nuevo confinamiento "generaría un mayor impacto económico y prolongaría el tiempo de recuperación económica". Dadas estas realidades, ha señalado, "consideramos que los bloqueos nacionales son una opción de último recurso porque pasan por alto la posibilidad aún existente de involucrar a todos en medidas básicas y efectivas".
 
"Podemos tomar medidas que marquen la diferencia y salven vidas mientras mantenemos los medios de subsistencia. El modelo del IHME sugiere que el uso sistemático y generalizado de máscaras (a una tasa del 95% a partir de ahora) puede salvar hasta 266.000 vidas para el 1 de febrero en nuestros 53 Estados Miembros de la Región", ha explicado.
 
Asimismo, ha recordado que los datos también sugieren que alentar a las personas a trabajar desde casa siempre que sea posible, restringir las grandes reuniones y cerrar proporcionalmente los lugares donde las personas se reúnen puede contribuir en gran medida a preservar vidas y medios de vida.
 
Por otro lado, ha añadido, "también confiamos en que los niños y adolescentes no son considerados los principales impulsores de la transmisión del COVID-19. Por lo tanto, el cierre de escuelas no se considera una medida única eficaz y debe seguir siendo una medida de último recurso".
 
En segundo lugar, ha señalado que no se puede subestimar el impacto que la fatiga del COVID-19 está teniendo en el bienestar de las comunidades y la eficacia de las respuestas continuas. "Necesitamos involucrar a los ciudadanos para que nos ayuden a crear soluciones. Es importante que nos comuniquemos para gestionar las expectativas en la próxima temporada con empatía. Cualquier acción que tomemos debe considerarse en términos de su efectividad para ralentizar la transmisión, pero también en términos de sus impactos negativos", ha explicado.
 
Finalmente, mientras que en marzo los factores limitantes críticos eran las unidades de cuidados intensivos, los ventiladores y el equipo de protección personal, hoy el único tema de mayor preocupación es el personal sanitario. Nuestra fuerza laboral de salud está agotada, la gente se está agotando.
 
"Estos son tiempos excepcionales y requieren que los tomadores de decisiones hagan un esfuerzo adicional para apoyar a la fuerza laboral, por ejemplo, compensando su licencia no utilizada o permitiéndoles llevar esta licencia al próximo año calendario, y brindándoles servicios de apoyo adicionales y sus familias, incluido el apoyo psicosocial o el cuidado infantil", concluye.

FUENTE: medicosypacientes.com