El Colegio de Médicos de Málaga (Commálaga) acogió la celebración del centenario de la Fundación para la Protección Social de la Organización Médica Colegial (OMC), cuya función principal es ofrecer ayudas para la dependencia social y física de los médicos y sus familias. Para ello, la Fundación ofrece un amplio catálogo de prestaciones que se mantienen gracias a la aportación de los médicos.

“Parece que nunca nos va a tocar una enfermedad y no queremos pensar en desgracias pero debemos ser previsores. Aprovecho para comentar que en Málaga estamos observando con preocupación cómo bastantes médicos jóvenes no ven la utilidad de la Fundación y los Colegios debemos poner medidas para cambiar esa tendencia”, afirmó el presidente del Commálaga, Dr. Juan José Sánchez Luque, que ejerció de presentador del centenario.
 
El acto contó con la presencia del secretario general de la FPSOMC y OMC, Dr. Juan Manuel Garrote: “La Fundación reparte casi 14 millones de euros al año entre 3.000 beneficiarios, de los que 1.800 son huérfanos a los se les ayuda con una aportación mensual”, dijo. El resto de prestaciones son para facultativos discapacitados, ayudas a la conciliación familiar (ya sea de hijos o de padres de avanzada edad).
 
Concretamente en Málaga, la Fundación está ayudando este año a un total de 66 beneficiarios (59 familias): 36 huérfanos de médicos menores de 21 años (dos de ellos de padre y de madre); 12 huérfanos discapacitados; ocho médicos discapacitados; cinco viudos/as de facultativos, cuatro médicos jubilados y una ayuda a residencia de la tercera edad.

El Dr. Garrote concluyó su intervención pidiendo a los colegiados que se conviertan en ‘prescriptores’ de la Fundación: “Por favor, difúndanla entre sus compañeros. Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos es que es que a veces hay colegiados o familias que necesitan ayudas de la Fundación pero que no las reciben porque desconocen su existencia”.
 
El testimonio personal lo protagonizó uno de los beneficiarios de la Fundación, el doctor malagueño Miguel Díaz Casado de Amezúa, que relató cómo su madre pudo sacar adelante a sus cuatro hijos cuando falleció su marido, el doctor Miguel Díaz Recio, tras cinco años de enfermedad. “Todos los hermanos realizamos nuestras carreras universitarias -dos de Arquitectura y dos de Medicina- gracias a las ayudas de la Fundación”.
 
El doctor Casado hizo una defensa a ultranza de la colegiación: “El Colegio es nuestra segunda casa y tenemos que participar de ella. La colegiación no es sólo pagar una cuota sino debe ser una forma de convivir entre nosotros”.  La historia de este médico es una historia de superación ya que hace varios años sufrió un doble infarto. Tras su recuperación, ha realizado diversas actividades solidarias, como la subida al Mulhacén (es el pico más alto de la península ibérica con una altura de 3.478 metros) a beneficio de la Fundación Cudeca.

También fue muy emotivo el testimonio personal de Abrahán Alías, gestor de la Fundación en el Colegio en Málaga, cuya experiencia personal -su padre falleció cuando tenía siete años- hace que tenga una empatía especial hacia la Fundación: “Nunca tuvimos ningún tipo de ayuda por parte del sector profesional de mi padre. Cuando comencé a trabajar en el Colegio y descubrí la labor de la Fundación pensé que si hubiera existido algo similar para mi familia nuestro destino podría haber sido diferente”. Alías puso en valor la calidad humana de los trabajadores del Commálaga: “Nuestro deseo es acompañaros con todo el respeto y cariño en todo el proceso ya que la gestión administrativa se puede convertir en algo muy complejo cuando se está bajo la presión y el desánimo”. 
 
La celebración de los 100 años de la Fundación culminó con el soplado de las velas de una tarta portada por Victoria Sabatel (12 años), hija del oftalmólogo José Luis Sabatel, tristemente fallecido en octubre de 2015. La niña acudió al acto acompañada de su madre y sus dos hermanos, beneficiarios de la Fundación.

Fuente: medicosypacientes.com