Los certificados de virginidad no forman parte del acto médico y constituyen “una agresión de género”, según se puso de manifiesto en el IV Congreso de Deontología Médica, celebrado en el Colegio de Médicos de Málaga, donde se analizaron los aspectos más complejos de la interculturalidad en la relación médico-paciente como la ocultación del rostro en las consultas, la mutilación genital femenina o la donación de órganos.

En la mesa moderada por el Dr. Joan Monés Xiol, secretario de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial, participaron los doctores Agustín Zamarrón, miembro también de la CCD de la OMC y Said Barakat, cardiólogo español de origen libanés.

El Dr. Joan Monés mostró su convencimiento de apostar por la “interculturalidad” en un mundo globalizado “mediante una relación respetuosa entre las diferentes culturas basada en la aceptación de la diversidad que llevará a un enriquecimiento mutuo”. Para ello – dijo – “es necesario que el dialogo entre culturas diferentes se establezca en posición de igualdad, sin paternalismos ni victimismos; eliminar los estereotipos negativos que cada cultura tiene de las otras culturas y analizar la cultura propia para una mejor comprensión de valores alternativos”. Por tanto – afirmó – “el único límite es no trasgredir los derechos humanos que obliga a los países firmantes de la declaración de las Naciones Unidas”.

Monés añadió que, según estadísticas oficiales, en España el 10% de la población es inmigrante y aseguró que al contrario de lo que se cree, “la población inmigrante utiliza con la misma frecuencia que la española, la consulta al médico de Atención Primaria y la hospitalización e incluso es menor en las especialidades que no son la Atención Primaria y servicios preventivos.”

En referencia a los aspectos más complejos de la relación médico – paciente, cuando éstos pertenecen a otros ámbitos culturales, los doctores Zamarrón y Barakat mostraron su acuerdo en asuntos como la mutilación genital femenina que ambos rechazaron de manera clara. 

El Dr. Zamarrón aludió al artículo cinco del Código de Deontología de la Organización Médica Colegial donde se dice que “el médico nunca perjudicará intencionadamente al paciente” y calificó esta práctica como un “crimen”, mientras que el Dr. Barakat aseguró que es una “intolerable agresión la mujer que hay que combatir de manera firme y contundente a través de la Ley”.

Otro asunto que obtuvo también el acuerdo de ambos ponentes fue la solicitud de “certificados de virginidad”. Ambos ponentes coincidieron en su rechazo “puesto que no se trata de un acto médico, no tiene relación con la atención médica”. En este sentido el Dr. Zamarrón calificó esta práctica como una “agresión de género”.

Respecto a la ocultación del rostro y de otras partes del cuerpo por vestimentas basadas en códigos religiosos el Dr. Zamarrón abogó por establecer normativas de carácter interno en los Centros de Salud puesto que – dijo – “es a los médicos a quién corresponde definirlo” y consideró que su uso debe abolirse por la propia naturaleza del acto médico; porque la relación interpersonal exige la plena capacidad de comunicación verbal, expresiva y gestual para su plenitud; por la obligada y firme constatación de la identidad del paciente necesaria para su seguridad en toda actuación asistencial; como salvaguarda de los sanitarios asistenciales en su responsabilidad de todo acto diagnóstico y terapéutico; y por la necesaria detección de datos semiológicos y constatación de lesiones.

Por otra parte, el Dr Barakat consideró que el médico debe procurar ser tolerante, para cuando la ocultación del rostro no represente un problema para una correcta asistencia y sólo solicitarlo en caso de clara necesidad.

La donación de órganos en la población inmigrante, sensiblemente inferior a la autóctona, fue otro de los temas que se puso sobre la mesa. Para todos los intervinientes debe de hacerse un esfuerzo de comunicación y concienciación en estas poblaciones que no son tan proclives a la donación por cuestiones “culturales y de falta de conocimiento”.

Las dificultades de la comunicación con pacientes inmigrantes y la figura de los mediadores también se analizó en esta mesa donde se puso de manifiesto que el “uso de niños como mediadores solo debe permitirse ante una imperiosa necesidad”. Todos coincidieron en que siempre que sea posible la administración sanitaria debería disponer de traductores especialmente preparados, no tan solo en terminología médica, sino en aspectos derivados de la necesaria confidencialidad.

Fuente: medicosypacientes.com